Soy de esas personas que se exige demasiado y doy siempre mucho más sobrepasando mis propios límites. Cuando eres este tipo de persona los círculos sociales en los que te rodeas esperan que des un 200% todo el tiempo; en todo lo que hagas, toques o digas y que seas el mejor, pero todo esto es tan desgastante y agotador. Llegan momentos que debemos detenernos y pensar que esta bien dar hasta donde podemos y no debemos sentirnos mal por eso, porque estamos respetando nuestros límites, nuestro cuerpo y nuestra mente. Esta bien tener límites porque si no, nuestro cuerpo nos lo pondrá y cuando lleguen las señales es porque algo está pasando y debemos encárganos. Cuando internalizamos y conocemos cuales son nuestros límites, nuestra salud emocional y mental definitivamente debe cambiar.
Ve a tú velocidad, no importa cuán lento o rápido vas, lo importante es que sepas cuando detenerte. Cuando lo sepas trabájalo, muchas veces pensamos que al dar menos a lo que estamos acostumbrados fracasamos, fallamos o no somos lo suficientemente buenos, pero no es así. Si paramos es que en ese momento y las circunstancias nos dejaron saber que era necesario hacerlo, es importante descansar, escucharnos y es muy necesario callar y valorarnos en todo momento, cuando damos mucho y cuando damos hasta donde podemos. Es por esto por lo que debemos vivir con “calma” porque en un mundo tan ruidoso, donde constantemente estas dando el 200%, donde mañana te puedes morir, no es para vivir intoxicado de presiones de la vida cotidiana. Así que no seas tan cruel contigo, cógelo con calma y respétate.
¡Recuerda, con calma llegamos!