Ser voluntario para un evento propiciado por la asociación que rige tu concentración académica puede convertirse en un asunto de tensión incluso, un estresor. No obstante, la experiencia de estar, pertenecer y lucir vale más la pena que todas las emociones pre & post simposio. El Simposio Temático del 2016 se tituló: Travesías y Retos en el Desarrollo Humano, el mismo está dirigido por la Asociación de Psicólogos de Puerto Rico y es precisamente el tema de este escrito. Con una trascendencia que puede ser definida en cinco periodos según la Dra. Irma Roca, mujer que se ha destacado por documentar cómo, cuando y donde nació la psicología, la asociación actualmente ejecuta como líder de producción y aplicación de conocimiento psicológico y en cuestiones de salud integral en Puerto Rico. Ciertamente, a la doctora le apasiona su profesión. Así mismo sucede con todos los planificadores, doctores, ponentes y líderes de dicho evento; estamos unidos por el amor a la psicología. De primera intención, se puede pensar que la contaminación ambiental, la demografía o las indagaciones no tienen nada que ver con el desarrollo humano. No obstante, la Dra. Nilda Medina, la Dra. Loyda Méndez y el Dr. Víctor Ortiz dirán lo contrario. Así mismo puede pensarse que son las personas con posgrado quienes migran mayormente y la realidad es lo contrario, la doctora Luz León López puede abundar al respecto. La psicología se nutre de la evidencia, de las investigaciones, de los datos y sobretodo, de las nuevas generaciones. Son estas precisamente las que hacen que los profesionales diversifiquen sus prontuarios. Ahora bien, no todos los individuos pensamos o percibimos de una misma manera por ello, procedemos a recapitular las reacciones de algunos de los voluntarios del Simposio Temático Anual, Travesías y Retos en el Desarrollo Humano,dirigido por la Asociación de Psicólogos de Puerto Rico:
Voluntaria: Marcela Alvarez Alvarez, estudiante de cuarto año de bachillerato en psicología.
Levantarse a las 5:00 de la mañana en un viernes y un sábado no es fácil, pero yo lo hice. Mi amor a la psicología puede sobrellevar cualquier incomodidad causada. Junto a mis compañeras de la Universidad Albizu, decidimos ser voluntarias para este gran evento. No necesariamente es gran por cantidad, sino por calidad. Los profesionales a quienes les sonreí y les dí la bienvenida realmente me impactaron. Su porte, su forma de hablar y sus conocimientos. Realizado en la Escuela de Bellas Artes de Carolina, fue un encuentro bastante alegre e instructivo. Como voluntaria, mis tareas fueron recibir a los presentes, entregarles sus carnés y ponchar sus boletos de educación continua. Contábamos con un equipo variado de personas en diferentes etapas académicas dentro de la psicología. Algunos eramos de bachillerato, otros terminaban la maestría y entraban al doctorado. Tuve la oportunidad de conocer varias compañeras que me contaron un poco sobre sus aspiraciones en el campo. Una de ellas terminaba la maestría y se encontraba emocionada por entrar al Doctorado en Consejería Psicológica. Le interesaba estudiar a los individuos que tienen Alzheimer, inspirada por su abuelita que se encuentra bajo esa enfermedad. La compasión que había desarrollado al ser cuidadora era conmovedora. Me explicó que como cuidador era importante crear y buscar estrategias para evitar el “burnout” y expresó la importancia de atender a los familiares de cualquier persona que tiene una enfermedad degenerativa. Tomé en cuenta su consejo, ya que mis intereses profesionales se sitúan en la Neuropsicología Clínica y seguramente estaré atendiendo familiares preocupados por las enfermedades y condiciones de sus seres queridos. Por otro lado, tuve la oportunidad de atender dos conferencias: la primera fue la Conferencia Magistral, titulada: “De un lugar a otro, Acompañando a las familias en los procesos de transición de las personas con diversidad funcional” por la Dra. Ángeles Acosta y la Dra. Moraima García. La diversidad funcional es un término diferente para referirnos a las discapacidades de los individuos y evitar las etiquetas y los prejuicios. En esta conferencia se trajeron dos familias con jóvenes que se diagnosticaron bajo el trastorno del espectro autista que explicaron como sus hijos pudieron vencer sus condiciones para llegar a ser líderes, atletas y estudiantes universitarios. Hay un detalle que me impactó más que cualquier otra cosa que se discutió: el llamado de la Dra. Ángeles Acosta para mejorar los servicios brindados a familias de bajos ingresos. La pobreza no debe ser una barrera a un buen servicio de salud psicológica. La salud es un derecho y no un privilegio. Construimos esta sociedad juntos, entonces: ¿porqué le fallamos al prójimo cada día sometiéndolos bajo unas circunstancias irrazonables?; la segunda conferencia que atendí fue la de nuestro estudiante de doctorado y mi profesor, Juan González, M.S., titulada: “Espiritualidad a lo largo de la vida: Sus implicaciones para la psicología”. En esta conferencia, se habló sobre la espiritualidad frente a la religiosidad, los modelos de desarrollo espiritual y cómo hacer una evaluación espiritual de forma ética y efectiva. Lo más que me impactó sobre esta conferencia fue la exposición de las fases de desarrollo espiritual de Ken Wilber, las cuales son la creencia, la fe, la experiencia directa y la adaptación. Además, las etapas de espiritualidad de James W. Fowler, la cual explica cómo la espiritualidad se desarrolla desde la infancia, con una fe ligada a las creencias de la familia, hasta llegar a la universalización, etapa a cual pocos llegan. Me impactó tanto porque no había leído una teoría que conceptualizara ese aspecto particular del ser humano y me encantó cómo una persona pudo desarrollar una tabla que explicaba de forma simple que etapas se encontraba la persona por edad o por circunstancia de vida. Realmente, el ser voluntaria con la APPR fue una experiencia increíblemente enriquecedora y si les confieso algo… ¡quiero ser voluntaria en la convención que se llevará a cabo en noviembre!
Voluntaria: Yarilix M. Santos Pérez, estudiante de tercer año de bachillerato en psicología.