Crece y juega, crece y juega. Etapa 1
Casa, escuela, casa, escuela. Etapa 2
Estudios, trabajo, estudios trabajo. Etapa 3
No sé por qué razón siempre he estado como en una carrera. Empiezo algo, lo termino y me muevo a lo próximo una y otra vez, una y otra vez. Rápido, no hay tiempo que perder. Cuando entre a la universidad conseguí un trabajo a tiempo medio, salía de estudiar corriendo para el trabajo. Casa, universidad, trabajo, una y otra vez, una y otra vez.
Terminé el bachillerato y nunca me pregunté, ¿cómo me siento?, culmine una maestría, no me pregunté, ¿cómo me siento? Debía seguir, ¿sentir? ¿Qué eso de sentir?, nena no hay tiempo para eso. Además, sentir es signo de vulnerabilidad que, a su vez se relaciona con debilidad y en esta sociedad no estamos pa’ eso ?. En todo ese tiempo y el que vino después no recuerdo haberme sentado a sentir.
La vida y el tiempo son sabios y dentro de todo “el ajetreo” llegaron momentos para sentir, no como me hubiese gustado pero, llegaron. Ese noviembre de 2014 acabando de empezar en una nueva posición laboral mi abuela paterna parte del suelo físico. Ella era de esas abuelas con las que siempre estas, con las que siempre peleas y la que siempre estaba detrás de ti para que te pusieras a comer por que la comida se enfría (aun estando en el caldero ?), esa era ella. Su partida me dolió y aun hoy me sigue doliendo. Las abuelas tienen un no se qué y un qué sé yo que siempre encuentran la manera de que vuelvas a ti, un amor especial. Ese momento llegó y sentí, sentí mucho su pérdida física de este mundo.
Aun así, el show debía de continuar. Tenía unas nuevas tareas que debía realizar en mi nueva posición de trabajo y estaba a medias de una maestría. Debía continuar y así fue. Volví a la rutina, esta vez era trabajo a tiempo completo, maestría y casa, una y otra vez, una y otra vez. El verano de 2015, culmine la maestría y me sentí orgullosa, sin embargo, no le dí mucha importancia ?. No me senté a sentir.
Como se podrán imaginar volví nuevamente a la carrera. Luego de “un tiempo”, varios meses sin estudiar empecé a buscar otra cosa para hacer. Siempre coquetee con la idea de realizar un doctorado por lo cual, el próximo año, enero 2016 comencé estudios nuevamente. Esta vez, con miras a completar un doctorado. Todo iba bien trabajo full time, estudios en psicología, la carrera iba bien, me estaba moviendo, estaba bien ¿Qué importaba lo demás?
Próximo año mayo 2017 aprendí a desaprender. Desaprendiendo entendí que, la carrera no es con el mundo, sino, solo conmigo. Esos meses sentí, tal vez no como debía pero sentí (había progreso). Aun así, continuaba corriendo tenía que avanzar, otro finish line.
Ese año (2017) llego María y a la mala todos en PR y todo aquel que tenía alguna conexión fuera de PR con PR sentimos. Sentí, y mira que sentí. Era otro sentir que no había experimentado a tanta escala ya que era mí primer huracán de adulta, pero era un sentir. Entiendo que esa era una de las únicas maneras que íbamos a sentir a ese nivel. Pasé y pasamos María, íbamos bien. Luego de ese tiempo mi sentir estaba más “sensibilizado” por decirlo así. Siempre he sido bien sentimental, pero era algo diferente, lo sentía diferente. Otra vez, no le dí tanta cabeza como debía, no había tiempo para eso, debía continuar.
Todo iba de maravilla, la universidad me iba bien, el trabajo andaba bien, estaba bien. Llega julio 2018 y me entero que a mí hermano le surge una oportunidad de trabajo fuera de PR la cual estaba buscando hace un tiempo y se merecía sin ninguna duda. Yo sabía que lo amaba, es mí hermano, quién me conoce mejor que nadie, quién sabe cómo hacerme reír y como hacerme molestar con la misma rapidez, mi partner in crime. Quién sabe lo mucho que me encanta leer y quién sabe cada uno de mis juegos de video favoritos, sin embargo no sabía cuánto era ese amor hasta ese momento. ¡Coño! ahí sí que sentí y como nunca había sentido. Todos sabíamos que se iría y todos sabíamos que él se lo merecía porque bastante se jodio estudiando para estar donde estaba. Esos días desde que me enteré que había aceptado la oferta hasta que el día que brinco el charco fueron fuertes y sentí como nunca, imagínense que me despedí de él el día antes, no iba a poder verlo en el aeropuerto, estuviera allí ? todavía. No es hasta que te llega algo así que de verdad sabes lo que se siente. Había visto muchas despedidas similares pero ¿quién aprende por cabeza ajena?, son muy pocos.
En ese momento no lo ví, pero fue desde ese momento que inconscientemente me empecé a cuestionarme el ¿por qué corres Mariely? La pregunta no llego así de clara pero mi cuerpo y mí ser empezaron a rechazar muchas cosas. Lo que me gustaba ya no me gustaba como antes, lo que quería no sabía si lo quería como pensaba que lo quería. Así pasé varios meses, cuestionando todo.
Una noche, de la nada, me llegó uno de esos mensajes que no saben de dónde salen pero llegan, “Mariely lo que necesitas es sentir”. Al levantarme el próximo día lo recordaba pero no entendía cómo iba “sentir”. Yo siento todo el tiempo, yo soy súper sentimental, ¿qué más iba a sentir? ¿Qué más iba a llorar? Así estuve varios meses realizándome esa pregunta ¿Cómo iba a sentir?, ¿Qué más iba a sentir? Trataba de entender y ver más allá de las situaciones a ver si sentía “algo” especial pero nada, coquí, en blanco.
Analítica al fin me iba en los viajes analizando lo más que podía y me frustraba por que no veía nada que pudiese sentir.
Una vez más, la vida tan sabia ella, a la mala me lleva a otro momento para sentir. Justo cuando pensaba que la meta del doctorado estaba casi casi ahí, la vi desaparecer de la nada, así mismo como llegó ?. No obtuve la nota que debía en una clase, lo cual no se me iba a permitir terminar a tiempo para empezar el doctorado para cuando yo lo quería, recuerden, la carrera, una y otra vez.
La partida de mi hermano y mi abuela sentí lo que sentimos de ese ditach físico que creamos por costumbre con una persona. Esta vez, se sentía diferente, era diferente. Era el ditach, a mis metas, a mí carrera, a mí ritmo. ¿Qué había hecho mal? Ese momento me enseño que había que reformular el plan ooootra vez ?. Debía ser diferente, debía descartar todo lo que me hacía correr de una buena vez.
Este verano de 2019 fue el primer verano que realmente disfrute luego de mucho tiempo, este verano sentí ?. Baje revoluciones de 100% a 10%, me dí el permiso de hacer cosas que no había podido por falta de tiempo o solo porque no me lo permitía por no ser perfectas. Pinte cuadros, me salí de las líneas, comí mantecado, me senté a disfrutar de la comida, del sol, del mar, del aire, del cielo, de la lluvia, de mi familia, de mis libros, de mis clases de yoga, de mi caos. Sentí.
Entendí que estaba quemada (burnout) y sí, debía y tenía que parar, bajarle dos a la carrera para poder sentir, no las cosas grandes, si no de las que había dado por sentado durante muchos años. Volver a lo básico, los cinco sentidos, mis cinco sentidos.
Aún hoy todo esto está súper reciente y puede que tome otro rumbo al que tengo semi pensado, sin embargo ayer ya pasó y mañana no ha llegado. Lo único que tengo ahora es hoy, y es el momento que me voy a disfrutar.
Solo me queda preguntarte, y tú, ¿Qué has dejado de sentir?
?