Bienvenidos a mi mundo.
En mi mundo existen cosas “extrañas” que pasan por mi mente. Les explicaré un poco de como mi mente funciona, según mis experiencias.
Hoy, al salir para la universidad, decidí ponerme una camisa del Power Ranger rojo. Dirán, ¿por qué esta está escribiendo sobre Power Rangers? ¡Porque son cool! Duh!, y también porque para la mayoría de la gente alrededor de mi edad, los Power Rangers marcaron una etapa de nuestra historia. Y aquí está la mía.
Al ponerme esa camisa, comencé a reflexionar sobre mi vida como niña y con eso me sobre vino una pregunta que la gente siempre me hace; “¿y… tu siempre supiste que te gustaban las nenas?”. En todas las ocasiones que se me hace esta pregunta, los Power Rangers vienen a mi mente. ¿Por qué? Primero, porque me causaron una crisis existencial con los colores. Yo odiaba profundamente los colores rosas y amarillo (enserio, me podían causar hasta náuseas, sin exagerar).
En los Power Rangers solo habían dos féminas, sus colores eran rosa y amarillo (¡guácala!). (Yo sé y siempre supe que soy hembra, nena, fémina, mujer). En realidad, quien yo quería ser era el rojo o el negro, porque esos eran los colores que a mí me gustaban, pero solo había un problema, ellos eran varones y en mi mente de niña pensaba: “¡yo no soy varón!”. Así, que me decidí por ser la Power Ranger rosita. Número uno, porque era el color que menos odiaba entre ambos y dos, porque “Kimberly” era bonita… muy bonita.
Fue en ese momento cuando primero comencé a darme cuenta de mi atracción por las féminas. Además de que en la escuela me ponía nerviosa alrededor de las nenas porque no sabía cómo interactuar con ellas o ser como ellas. A mí no me gustaban la muñecas, ni hablar sobre bodas, ni maquillaje, ni mucho menos sobre ropa o marcas. ¿Para que? si las dañaba siempre. Yo era de esas niñas que corría con los nenes, jugaba deportes, me trepaba en los árboles y me encantaba ensuciarme y caerme, y especialmente, enseñar mis cicatrices. Los varones eran los que mayormente hacían eso. Por lo tanto, quería encajar con las personas que hacían las cosas que a mí me gustaban, pero yo no encajaba ni con los nenes ni con las nenas. Si, tenía amigos, pero muchas veces me rechazaban o no me entendían. La mayoría del tiempo (esto mucha gente no lo sabe) jugaba sola. Imaginaba que yo era la Power Ranger rosita, “peleaba” y hablaba con los ¡Power Rangers! (En mi mente de niña). También, tenía un romance con “Tommy” y cuando me aburría, con los demás (pero ese es otro tema). Esto preocupó grandemente a mi madre y mis abuelos. Creo que, ¿a quién no?. Luego comprendieron que estaba jugando.
Cuando me puse la camisa, pensé en todo esto; por los cambios que está atravesando Puerto Rico, especialmente en las escuelas. Sé que hay mucha gente preocupada, en parte los puedo comprender, pero en base a mi experiencia, pienso que lo que se está buscando es un mundo más equitativo y comprensivo. Además, que una niña tenga gustos similares a los que acabo de describir, no quiere decir, necesariamente, que le gustan o le va a gustar a las personas de su mismo sexo. Cada caso es individual y cada persona es un mundo. Este es parte del mío.