No se si hablo por todos, pero este año ha parecido eterno y lo irónico es que solo estamos culminando el mes de marzo. Si me hubiesen contado todo lo que ha acontecido en tan poco tiempo diría que fue sacado de una película apocalíptica irreal. Desafortunadamente ninguno de los acontecimientos son parte de una cinematografía de Hollywood o un mal sueño del cual podamos despertar y simplemente olvidar.
El 15 de marzo comenzamos un período de distanciamiento social o cuarentena para evitar seguir propagando el coronavirus y poder proteger a aquellas personas más vulnerables. La mayoría de nosotros nos vimos obligados a hacer una pausa a nuestras rutinas cotidianas para enfrentarnos a una nueva realidad. Una realidad en donde debemos evitar en todo lo posible salir a la calle y ponernos en contacto físico con aquellas personas que estimamos y queremos, teniendo así que buscar otras alternativas y métodos para poder socializar. Entre estos esta el ya conocido y sobre usado internet, que debo admitir que en esta ocasión ha resultado ser la herramienta más importante para mantenernos conectados. Desde poder comunicarnos con nuestros abuelos hasta tomar clases y seguir trabajando, este espacio cibernético nos ha provisto un poco de normalidad en estos tiempos tan caóticos e impredecibles.
Aunque toda esta experiencia pueda llegar a ser extremadamente abrumadora no todo ha sido negativo. Para empezar, hemos tenido la oportunidad de desacelerar nuestras rutinas tan ajetreadas para poder concentrarnos en las cosas que realmente son importantes, nuestros seres queridos y nosotros mismos; dándonos el espacio de compartir y de cuidarnos a nosotros mismos un poquito mejor. Ya ni si quiera es tan importante lo que vestimos o si lucimos espectaculares en todo momento porque lo practico y cómodo han substituido lo fabuloso. Del mismo modo, hoy vemos la gran importancia que los pequeños detalles realmente tienen en nuestra vida. Un beso, un abrazo fuerte, el poder caminar a la orilla del mar y el tomar una taza de café mientras converso con mis amistades, son detalles y momentos que hoy valoro más que nunca. Si existe una lección que aprender de toda esta situación es la de no tomar nada por dado y de intentar disfrutar de cada momento posible, porque son esos momentos que nos parecen cotidianos los que luego más extrañamos.