Con el pasar del tiempo y con el avanzado trayecto de la sociedad hacia la modernidad, el amor y la admiración que una vez se le tenía a las humanidades, dentro del ámbito académico y universitario, se han visto reemplazados por un cierto desdén común y un desprecio insólito e inexplicable.
Al pasar por las aulas de una institución universitaria, nos encontramos con la oportunidad de estudiar diversas materias para enriquecer nuestro conocimiento y obtener una educación concreta y, sobre todo, diversa. El mismísimo propósito de una universidad es inculcar en su estudiantado el deseo de aprender e instruirse en múltiples materias que expandan su conocimiento y les provea con la disposición de convertirse en seres cultos e inteligentes.
Entonces, ¿por qué se menosprecian tanto las humanidades en la actualidad ? Muchas personas piensan que el escoger estudiar humanidades es una “pérdida de tiempo” o un “desperdicio de dinero”, ya que existe la creencia errónea de que estas materias no generan ingresos y que no tienen muchas oportunidades de empleo en el mundo laboral moderno. También, entre los estudiantes universitarios, hay personas que ven a las humanidades como un estorbo porque son obligadas a tomar alguna que otra clase con bases humanísticas como requisito de su concentración principal. Este último problema es usualmente causado debido a la falta de adaptación por parte de las instituciones académicas para introducir las humanidades a estudiantes modernos de una manera llevadera y que se adapte a sus necesidades. Aun así, desde que somos pequeños se nos inculca mantener a las humanidades como un pasa tiempo, empujando nuestra preferencia hacia materias más comercializadas o “que dejen dinero” como las ciencias, la tecnología o la ingeniería. Y, aunque todas estas materias resultan en profesiones nobles e importantes para nuestro desarrollo económico y estructural, las humanidades también tienen la capacidad de formar seres académicos, profesionales e indispensables para nuestra sociedad. El querer ser artista, historiador o escritor debería ser igual de celebrado que el querer ser médico o ingeniero.
Materias como la filosofía, la historia, la literatura, la teología y el arte son algunas de las muchas materias humanísticas que han sido fundamentales para el desarrollo de nuestra sociedad desde sus comienzos en la era antigua hasta el día de hoy. ¿Quiénes seríamos sin conocer la filosofía de la Antigua Grecia? ¿Sin estudiar la historia mundial? ¿Cómo podríamos tener una identidad cultural si no apreciáramos el arte que nos dejaron artistas como Da Vinci o Miguel Ángel? ¿Cómo fomentaríamos el pensamiento y análisis crítico sin el estudio de la literatura? Y aún más importante, ¿Quienes seríamos sin las humanidades? Aunque no lo parezca, las humanidades forman parte de nuestro diario vivir y nos rodean sin que nos demos cuenta. Es cuestión de prestar atención y aceptar que son estudios fundamentales, no sólo para entendernos, sino para apreciar nuestra marca cultural en el mundo.
El apreciar las humanidades es apreciar la esencia de nuestra identidad como seres humanos. Es apreciar la complejidad y la capacidad que tenemos para crear y pensar más allá de lo que se nos ha inculcado. Es ver el mundo con los ojos abiertos y sin venda alguna que los cubra. Las humanidades se ven cada vez más afectadas y menospreciadas, pero nos toca a nosotros como estudiantes, profesores y seres humanos buscar la manera de mantenerlas vivas. Porque un mundo sin humanidades sería un mundo privado de belleza y de pensar.