Las historias de horror nunca han sido lo mío. Sin embargo, últimamente me encuentro sumergida en los cuentos aterradores de Mariana Enríquez, la escritora argentina que se ha destacado como una de las exponentes más reconocidas en el género del horror dentro de la literatura latinoamericana y a nivel internacional. Las Cosas que Perdimos en el Fuego, el primer libro de Enríquez que leí (y amé), es una colección de cuentos que exploran la temática espiritual, religiosa y sobrenatural que abunda dentro de la cultura Argentina. Enríquez mezcla estos temas míticos junto con otros más humanos como la salud mental, la pobreza, la violencia y el crimen de una manera que resalta cómo se puede encontrar lo sobrenatural dentro de nuestro diario vivir si uno busca con cuidado. La prosa de Enríquez es adictiva, desesperante, demanda ser leída de una sola sentada y se niega a que dejes un cuento a medio leer. Es inevitable perderse entre sus páginas y sentir como si uno mismo pasará por las experiencias sobrenaturales por las que pasan los personajes.
Aunque los cuentos de Enríquez no dependen necesariamente de escenas de shock para impresionar a los lectores, estos fluyen con una sutileza exasperante que los vuelve igual de perturbadores que las leyendas urbanas a las que estamos acostumbrados a escuchar. Para alguien que no conocía mucho sobre las supersticiones Argentinas, este libro me sirvió como una introducción hacia la mitología del país y la gran conexión que existe entre lo humano, lo inhumano y lo espiritual. A través de 12 cuentos litigantes, Enríquez nos lleva en un viaje a través de la Argentina que habita en sus pensamientos, presentándonos a personajes abrumados por apariciones del más allá y situaciones extremadamente perturbadoras. Debo destacar tres cuentos específicos como “La Hostería”, “La Casa de Adela” y “Las Cosas que Perdimos en el Fuego”, el cuento que otorga su nombre a la colección.
“La Hostería” sigue la historia de Florencia y Rocío, dos mejores amigas que deciden jugarle una broma a la dueña del hotel en el que han pasado la mayoría de sus veranos juntas y que en algún pasado sirvió cómo una escuela de policías. Al adentrarse en el hotel vacante durante la noche, las amigas comienzan a sentir una extraña presencia y se encuentran con que no están del todo solas. “La Casa de Adela” nos presenta a Clara, a su hermano Pablo y a su vecina Adela. Luego de obsesionarse con las películas de horror y con una casa abandonada ubicada en su barrio, los niños se deciden a entrar en ella a explorar sin saber que, una vez entren, no volverán a ser los mismos de antes. Finalmente, “Las Cosas Que Perdimos en el Fuego” gira en torno a un grupo de mujeres que, hartas de ser ignoradas, deciden protestar contra el alza de la violencia doméstica en su país de una manera muy peculiar. Fuera de estos tres ejemplos, todos los cuentos pertenecientes a esta colección son igualmente intrigantes.
Aparte del libro ya mencionado, Enríquez es autora de varias colecciones de cuentos como Los Peligros de Fumar en La Cama, Un Lugar Sombreado Para Gente Sombría y novelas como Nuestra Parte de Noche y Bajar Es Lo Peor. La obra de Enríquez comparte su toque desesperante, sigiloso e intrigante, convirtiéndose en lecturas verdaderamente entretenidas. Con la noche de brujas a la vuelta de la esquina, los libros de Mariana Enríquez son los acompañantes perfectos para esta temporada de otoño, si es que uno se arriesga a ser expuesto a ellos.