Me considero una persona que, al igual que muchas otras, piensa que el comenzar un año nuevo es sinónimo de comenzar nuevas destrezas. Aún así, esto no los convierte en hábitos.
Así que, llegué a la conclusión de que no necesito que sea el primero de enero para comenzar a ser una versión mejorada de lo que ya soy. Lo único que tengo que hacer es comenzar, literalmente.
Es por eso que, estoy comenzando a tener en cuenta cuatro factores antes de empezar algo nuevo:
- Una cosa a la vez.
La euforia de querer comenzar a hacer o desarrollar diferentes hábitos en algunas ocasiones provoca desgaste mental y físico, y esto nos lleva a terminar abandonando antes de comenzar. Calma, esto no es una competencia.
- Destrezas viejas.
No está mal si decido retomar algo que por alguna razón no pude continuar, siempre y cuando me favorezca y lo disfrute de manera saludable. En ocasiones las segundas veces se disfrutan mucho mejor que las primeras.
- Dale la oportunidad a tu cuerpo y mente a que disfruten.
Si el cuerpo y la mente no están en sintonía, es poco probable que esa actividad que haya comenzado termine siendo una que deteste bastante. Antes de decidir si quiero añadirlo a mi vida, tengo que asegurarme de que no me termine afectando de ninguna manera.
- No te limites.
Tengo derecho a descubrir, intentar y disfrutar de lo que hago o quiero comenzar a hacer. Es importante recordar que puedo aprender lo que me proponga.
Cuando quieras comenzar algo, no tienes que esperar a que sea un año nuevo, no es necesario. Si tienes miedo de intentar algo nuevo, ¡hazlo por la anécdota!